Hogares pobres, mujeres pobres
(frente femenino de OSL, Argentina)
Una mirada feminista de nuestra clase
I.- Feminización de la pobreza
Cuando los hogares estaban sostenidos económicamente
por los maridos y se nos replegó a la catacumba del hogar y la crianza,
nuestro rol fue denominado Ama de casa pero ¡a no confundir! no éramos
las amas de nuestro hogar, sino las esposas del Amo del hogar, que era hombre.
El abandono del hombre-padre, los divorcios, la violencia
sexual, el nacimiento de hijos/as no deseados, el desempleo y el estereotipo
de cuidar del hogar, de los/as niños/as y de nuestros/a ancianos nos
ha dejado solas al frente de nuestras familias y ahora, aunque muchas veces
no podamos ser las jefas de nuestras vidas, pasamos a ser Jefas de hogar o cabeza
de familia, esta vez porque somos el único adulto con capacidad de producir
y administrar nuestros hogares cada vez más empobrecidos.
El mandato cultural que pesa sobre nosotras -por un lado-
de tener que hacernos cargo de la organización y realización de
las tareas domésticas y la educación y atención de nuestros
hijas/as -lo que la economista feminista Ingrid Palmer denominó impuesto
reproductivo- nos impide optar -en caso de que tengamos oportunidad- por trabajos
formales de 8 horas diarias y lejos de nuestros hogares, esta imposición
nos limita.
Por otro, la precariedad laboral nos ha destinado los
peores empleos. Es imposible que una mujer de más de 25 años y
con hijas/os acceda a un trabajo lucrativo, ni siquiera a uno en blanco, que
le permita gozar de ciertos beneficios sociales como obra social y guardería
para sus hijas/as. En los hogares sostenidos por nosotras se reproduce la pobreza
y la opresión pues, cuando salimos a trabajar son las hijas mayores quienes
muchas veces dejan la escuela para ocuparse del hogar y la crianza. El menor
grado de instrucción y la inaccesibilidad a una educación sexual
libre y responsable, la llevará a convertirse en una madre adolescente
"Jefa" de otro hogar igualmente pobre como aquel del que vino.
II.- Feminización de la protesta
Pero el desempleo que nos lanzó a las calles a
buscar esos trabajos que nadie quiere hacer nos lanzó también
a la lucha, nos encontró con compañeros y hermanas.
Las mujeres llenamos las rutas acompañadas por
nuestros hijos/as, salimos a pelear por los planes y los bolsones de comida
prometidos. Con machete y pala o con escoba y aguja en mano llenamos los obradores
en los que organizamos las necesidades de sanear las zanjas y de comer y vestirse
de nuestras familias de los barrios pobres y sin empleo formal.
Enfrentamos en Salta y en Neuquén a la gendarmería,
lo seguimos haciendo ahora mismo en cada barrio cada vez que la empresa Edesur
se presenta a cortarnos la luz acompañada de los gendarmes que nos intimidan
y nos presionan.
Algunas veces nos hemos enfrentado al monstruo machista
que enferma los corazones de nuestros padres y de nuestros maridos y los plantamos
para ir a las movilizaciones para pedir justicia por los pibes que la policía
mata en el barrio o al corte con el Movimiento... pero ahí vamos con
nuestras hijas e hijos, no hay adónde dejarlos, nos quedamos relegadas
de tareas como la de seguridad porque no se puede hacer con los hijos al lado.
Otras veces nos quedamos en casa, nuestros hijos e hijas han tragado demasiado
humo de neumático como para no sentir temor de llevarlos.
Así es que siempre estamos resignando algo, o
vamos con los chicos y nos conformamos con el lugar de "las mujeres y los
chicos atrás" (o adelante, según convenga) estando más
pendiente de la chiquillada que de otra cosa, alejadas de los tareas de responsabilidad
política, o nos quedamos en casa para preservarlos del frío, de
las horas de viaje, de la violencia institucional... Después de milenios
y aunque en la lucha, seguimos pagando el impuesto reproductivo.
Ya despertamos en la conciencia, ponemos el cuerpo cada
día en la construcción de la utopía del cambio social pero
nos da vergüenza discutir política, no peleamos por asumir nosotras
también cargos de mayor responsabilidad, no nos animamos a politizar
nuestra problemática, seguimos pensando que lo que nos pasa en la vida
es así porque fue así siempre, que no hay remedio, que lo que
pasa en casa es personal o en el mejor de los casos que la revolución
social nos otorgará un mundo sin opresiones.
Porque el sistema no abandonará sus privilegios
amablemente es que nuestra clase se une y lucha y nosotras luchamos como parte
de tal. También por eso debemos empezar a romper el aislamiento que a
veces hace que nos miremos con desconfianza o como rivales entre hermanas cuando
somos víctima de la misma opresión. Ni el sistema dejará
de oprimirnos ni los compañeros nos darán espontáneamente
la solución a nuestros problemas sino empezamos por organizarnos en tanto
mujeres con dificultades y necesidades concretas. Si no llevamos nuestras demandas
al seno del movimiento social, si no empezamos a pensar entre nosotras cómo
decidir cuántos hijos tener, cuándo tenerlos, cómo tenerlos,
con quien dejarlos, cómo cuidarnos, qué hacer cuando el marido
golpea, cuando el marido se emborracha y se gasta lo que es para los y las/as
hijas, que hacer cuando nos violan, qué hacer cuando nos discriminan
de las instancias de decisión política... Sólo entre nosotras
encontraremos las respuestas, juntas derrotaremos el machismo y de la humanidad
será la victoria.
Extraido: http://www.nodo50.org/mujerescreativas/osl1.htm
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