jueves, 31 de mayo de 2012

El mito de la belleza y la domesticación de las niñas

by Ibone Olza

“La dieta es el sedante más potente de la historia de las mujeres” 
Naomi Wolf.

Esta frase se me quedó grabada cuando a principios de los noventa leí el libro (imprescindible) “El mito de la belleza“, de Naomi Wolf. En el explica detalladamente como, por culpa de la presión para estar más delgadas, una legión de mujeres brillantes en vez de comerse el mundo y llegar donde les de la gana van a pasar casi toda su existencia amargadas, peleando contra sus cuerpos, haciendo dietas, operándose, sufriendo mucho o incluso muriendo demasiado pronto. Y sobre todo, esa legión de mujeres (muchas de las cuales ni siquiera llegan a estar enfermas desde el punto de vista médico) no van a tener fuerza, energía, ni ganas de competir con sus rivales masculinos, no van a alcanzar puestos de poder, ni van a poder rebelarse ante la tiranía de la belleza. Van a vivir sumisas, anuladas, o domesticadas.



Más tarde me tocó tratar durante años a cientos de chicas jóvenes con graves trastornos de la conducta alimentaria y comprobar hasta que punto lo que describía Naomi Wolf es una realidad absoluta. Ante imágenes como esta que muestra lo que significa ser una Barbie real es obvio que el efecto de la presión por estar delgada es mucho mayor de lo que se suele pensar.
Ahora, como madre de tres adolescentes sigo muy preocupada por como combatir la infinita presión social en pro de la belleza artificial, la delgadez y la sumisión a esa demoledora tiranía.
Así ando preparando una presentación con la que aportar mi granito de arena y contrarrestar o al menos hacer pensar a los y las jóvenes sobre lo irreal y peligroso del modelo de belleza actual.
Me vienen a la cabeza cantidad de imágenes. Empezando por las muñecas: la Betty spaguetti o las deseadas y terroríficas Monster High, ¿somos conscientes del modelo que estamos inculcando a l@s más pequeñ@s?

En revistas para adolescentes he leído consultas como “Tengo quince años y quiero hacerme las ingles brasileñas, ¿cómo puedo hacerlo?”. He conocido a mujeres menores de edad deseando cumplir los 18 para hacerse la depilación láser integral o aumentarse el pecho. Niñas pequeñas bronceándose con rayos UVA para la primera comunión. Mujeres adultas protestando por los problemas con sus implantes mamarios, denunciándolo sin poder siquiera darse cuenta de que no necesitaban ningun implante, de que los implantes mamarios nunca son necesarios.  Artículos en revistas de divulgación de psicología en los que se afirmaba que “no querer maquillarse puede ser un síntoma depresivo“. Escaparates como este en pleno centro de Madrid con maniquíes imposibles. Chicas o mujeres caminando a duras penas con unos taconazos de vértigo que torturan los pies. Y una mayoría de niñas que piensan que lo mejor que pueden ser de mayores es GUAPAS.

Algunas -poquísimas- empresas desde la publicidad han intentado transmitir un mensaje diferente , algo más crítico y saludable. Me viene el recuerdo de la antigua campaña de Body Shop  a finales de los 90 con su simpática muñeca Ruby la antibarbie y aquel bonito eslogan: “en el mundo hay 3.000 millones de mujeres y sólo ocho son supermodelos“.

Y más recientemente las campañas de Dove por una belleza real  o la de Nike con su video “Suda el jamón” que os pego a continuación. De la campaña de Dove me quedo con esta frase: “Habla con tu hija sobre la belleza antes de que lo haga la industria”.
Añadir que creo que aunque esta presión afecta mucho más a las mujeres que a los varones, cada vez son más los hombres también obsesionados con alcanzar un cuerpo bastante irreal o los chicos que desean tener una “tableta” abdominal como principal objetivo personal. Muchos tomando incluso fármacos bastante peligrosos para lograrlo o machacándose literalmente en los gimnasios.

¿Cómo se combate todo esto? Probablemente empezando por nosotras mismas, revisando nuestros conceptos y comentarios sobre nuestro aspecto, celebrando la belleza en diversidad de cuerpos, formas, tamaños y edades. Protestando, denunciando, cuidando, hablando con nuestros hijos y nuestras hijas. Comiendo juntas, apagando las televisiones, mostrándonos tal y como somos.
Y vosotras y vosotros ¿que opináis?


Extraído: http://iboneolza.wordpress.com/2012/05/28/el-mito-de-la-belleza-y-la-domesticacion-de-las-ninas/

viernes, 4 de mayo de 2012

Documento Histórico: Hogares pobres, mujeres pobres

Hogares pobres, mujeres pobres
(frente femenino de OSL, Argentina)
Una mirada feminista de nuestra clase

I.- Feminización de la pobreza

Cuando los hogares estaban sostenidos económicamente por los maridos y se nos replegó a la catacumba del hogar y la crianza, nuestro rol fue denominado Ama de casa pero ¡a no confundir! no éramos las amas de nuestro hogar, sino las esposas del Amo del hogar, que era hombre.
El abandono del hombre-padre, los divorcios, la violencia sexual, el nacimiento de hijos/as no deseados, el desempleo y el estereotipo de cuidar del hogar, de los/as niños/as y de nuestros/a ancianos nos ha dejado solas al frente de nuestras familias y ahora, aunque muchas veces no podamos ser las jefas de nuestras vidas, pasamos a ser Jefas de hogar o cabeza de familia, esta vez porque somos el único adulto con capacidad de producir y administrar nuestros hogares cada vez más empobrecidos.
El mandato cultural que pesa sobre nosotras -por un lado- de tener que hacernos cargo de la organización y realización de las tareas domésticas y la educación y atención de nuestros hijas/as -lo que la economista feminista Ingrid Palmer denominó impuesto reproductivo- nos impide optar -en caso de que tengamos oportunidad- por trabajos formales de 8 horas diarias y lejos de nuestros hogares, esta imposición nos limita.
Por otro, la precariedad laboral nos ha destinado los peores empleos. Es imposible que una mujer de más de 25 años y con hijas/os acceda a un trabajo lucrativo, ni siquiera a uno en blanco, que le permita gozar de ciertos beneficios sociales como obra social y guardería para sus hijas/as. En los hogares sostenidos por nosotras se reproduce la pobreza y la opresión pues, cuando salimos a trabajar son las hijas mayores quienes muchas veces dejan la escuela para ocuparse del hogar y la crianza. El menor grado de instrucción y la inaccesibilidad a una educación sexual libre y responsable, la llevará a convertirse en una madre adolescente "Jefa" de otro hogar igualmente pobre como aquel del que vino.




 II.- Feminización de la protesta
Pero el desempleo que nos lanzó a las calles a buscar esos trabajos que nadie quiere hacer nos lanzó también a la lucha, nos encontró con compañeros y hermanas.
Las mujeres llenamos las rutas acompañadas por nuestros hijos/as, salimos a pelear por los planes y los bolsones de comida prometidos. Con machete y pala o con escoba y aguja en mano llenamos los obradores en los que organizamos las necesidades de sanear las zanjas y de comer y vestirse de nuestras familias de los barrios pobres y sin empleo formal.
Enfrentamos en Salta y en Neuquén a la gendarmería, lo seguimos haciendo ahora mismo en cada barrio cada vez que la empresa Edesur se presenta a cortarnos la luz acompañada de los gendarmes que nos intimidan y nos presionan.
Algunas veces nos hemos enfrentado al monstruo machista que enferma los corazones de nuestros padres y de nuestros maridos y los plantamos para ir a las movilizaciones para pedir justicia por los pibes que la policía mata en el barrio o al corte con el Movimiento... pero ahí vamos con nuestras hijas e hijos, no hay adónde dejarlos, nos quedamos relegadas de tareas como la de seguridad porque no se puede hacer con los hijos al lado. Otras veces nos quedamos en casa, nuestros hijos e hijas han tragado demasiado humo de neumático como para no sentir temor de llevarlos.
Así es que siempre estamos resignando algo, o vamos con los chicos y nos conformamos con el lugar de "las mujeres y los chicos atrás" (o adelante, según convenga) estando más pendiente de la chiquillada que de otra cosa, alejadas de los tareas de responsabilidad política, o nos quedamos en casa para preservarlos del frío, de las horas de viaje, de la violencia institucional... Después de milenios y aunque en la lucha, seguimos pagando el impuesto reproductivo.
Ya despertamos en la conciencia, ponemos el cuerpo cada día en la construcción de la utopía del cambio social pero nos da vergüenza discutir política, no peleamos por asumir nosotras también cargos de mayor responsabilidad, no nos animamos a politizar nuestra problemática, seguimos pensando que lo que nos pasa en la vida es así porque fue así siempre, que no hay remedio, que lo que pasa en casa es personal o en el mejor de los casos que la revolución social nos otorgará un mundo sin opresiones.
Porque el sistema no abandonará sus privilegios amablemente es que nuestra clase se une y lucha y nosotras luchamos como parte de tal. También por eso debemos empezar a romper el aislamiento que a veces hace que nos miremos con desconfianza o como rivales entre hermanas cuando somos víctima de la misma opresión. Ni el sistema dejará de oprimirnos ni los compañeros nos darán espontáneamente la solución a nuestros problemas sino empezamos por organizarnos en tanto mujeres con dificultades y necesidades concretas. Si no llevamos nuestras demandas al seno del movimiento social, si no empezamos a pensar entre nosotras cómo decidir cuántos hijos tener, cuándo tenerlos, cómo tenerlos, con quien dejarlos, cómo cuidarnos, qué hacer cuando el marido golpea, cuando el marido se emborracha y se gasta lo que es para los y las/as hijas, que hacer cuando nos violan, qué hacer cuando nos discriminan de las instancias de decisión política... Sólo entre nosotras encontraremos las respuestas, juntas derrotaremos el machismo y de la humanidad será la victoria.


Extraido: http://www.nodo50.org/mujerescreativas/osl1.htm