jueves, 31 de mayo de 2012

El mito de la belleza y la domesticación de las niñas

by Ibone Olza

“La dieta es el sedante más potente de la historia de las mujeres” 
Naomi Wolf.

Esta frase se me quedó grabada cuando a principios de los noventa leí el libro (imprescindible) “El mito de la belleza“, de Naomi Wolf. En el explica detalladamente como, por culpa de la presión para estar más delgadas, una legión de mujeres brillantes en vez de comerse el mundo y llegar donde les de la gana van a pasar casi toda su existencia amargadas, peleando contra sus cuerpos, haciendo dietas, operándose, sufriendo mucho o incluso muriendo demasiado pronto. Y sobre todo, esa legión de mujeres (muchas de las cuales ni siquiera llegan a estar enfermas desde el punto de vista médico) no van a tener fuerza, energía, ni ganas de competir con sus rivales masculinos, no van a alcanzar puestos de poder, ni van a poder rebelarse ante la tiranía de la belleza. Van a vivir sumisas, anuladas, o domesticadas.



Más tarde me tocó tratar durante años a cientos de chicas jóvenes con graves trastornos de la conducta alimentaria y comprobar hasta que punto lo que describía Naomi Wolf es una realidad absoluta. Ante imágenes como esta que muestra lo que significa ser una Barbie real es obvio que el efecto de la presión por estar delgada es mucho mayor de lo que se suele pensar.
Ahora, como madre de tres adolescentes sigo muy preocupada por como combatir la infinita presión social en pro de la belleza artificial, la delgadez y la sumisión a esa demoledora tiranía.
Así ando preparando una presentación con la que aportar mi granito de arena y contrarrestar o al menos hacer pensar a los y las jóvenes sobre lo irreal y peligroso del modelo de belleza actual.
Me vienen a la cabeza cantidad de imágenes. Empezando por las muñecas: la Betty spaguetti o las deseadas y terroríficas Monster High, ¿somos conscientes del modelo que estamos inculcando a l@s más pequeñ@s?

En revistas para adolescentes he leído consultas como “Tengo quince años y quiero hacerme las ingles brasileñas, ¿cómo puedo hacerlo?”. He conocido a mujeres menores de edad deseando cumplir los 18 para hacerse la depilación láser integral o aumentarse el pecho. Niñas pequeñas bronceándose con rayos UVA para la primera comunión. Mujeres adultas protestando por los problemas con sus implantes mamarios, denunciándolo sin poder siquiera darse cuenta de que no necesitaban ningun implante, de que los implantes mamarios nunca son necesarios.  Artículos en revistas de divulgación de psicología en los que se afirmaba que “no querer maquillarse puede ser un síntoma depresivo“. Escaparates como este en pleno centro de Madrid con maniquíes imposibles. Chicas o mujeres caminando a duras penas con unos taconazos de vértigo que torturan los pies. Y una mayoría de niñas que piensan que lo mejor que pueden ser de mayores es GUAPAS.

Algunas -poquísimas- empresas desde la publicidad han intentado transmitir un mensaje diferente , algo más crítico y saludable. Me viene el recuerdo de la antigua campaña de Body Shop  a finales de los 90 con su simpática muñeca Ruby la antibarbie y aquel bonito eslogan: “en el mundo hay 3.000 millones de mujeres y sólo ocho son supermodelos“.

Y más recientemente las campañas de Dove por una belleza real  o la de Nike con su video “Suda el jamón” que os pego a continuación. De la campaña de Dove me quedo con esta frase: “Habla con tu hija sobre la belleza antes de que lo haga la industria”.
Añadir que creo que aunque esta presión afecta mucho más a las mujeres que a los varones, cada vez son más los hombres también obsesionados con alcanzar un cuerpo bastante irreal o los chicos que desean tener una “tableta” abdominal como principal objetivo personal. Muchos tomando incluso fármacos bastante peligrosos para lograrlo o machacándose literalmente en los gimnasios.

¿Cómo se combate todo esto? Probablemente empezando por nosotras mismas, revisando nuestros conceptos y comentarios sobre nuestro aspecto, celebrando la belleza en diversidad de cuerpos, formas, tamaños y edades. Protestando, denunciando, cuidando, hablando con nuestros hijos y nuestras hijas. Comiendo juntas, apagando las televisiones, mostrándonos tal y como somos.
Y vosotras y vosotros ¿que opináis?


Extraído: http://iboneolza.wordpress.com/2012/05/28/el-mito-de-la-belleza-y-la-domesticacion-de-las-ninas/

viernes, 4 de mayo de 2012

Documento Histórico: Hogares pobres, mujeres pobres

Hogares pobres, mujeres pobres
(frente femenino de OSL, Argentina)
Una mirada feminista de nuestra clase

I.- Feminización de la pobreza

Cuando los hogares estaban sostenidos económicamente por los maridos y se nos replegó a la catacumba del hogar y la crianza, nuestro rol fue denominado Ama de casa pero ¡a no confundir! no éramos las amas de nuestro hogar, sino las esposas del Amo del hogar, que era hombre.
El abandono del hombre-padre, los divorcios, la violencia sexual, el nacimiento de hijos/as no deseados, el desempleo y el estereotipo de cuidar del hogar, de los/as niños/as y de nuestros/a ancianos nos ha dejado solas al frente de nuestras familias y ahora, aunque muchas veces no podamos ser las jefas de nuestras vidas, pasamos a ser Jefas de hogar o cabeza de familia, esta vez porque somos el único adulto con capacidad de producir y administrar nuestros hogares cada vez más empobrecidos.
El mandato cultural que pesa sobre nosotras -por un lado- de tener que hacernos cargo de la organización y realización de las tareas domésticas y la educación y atención de nuestros hijas/as -lo que la economista feminista Ingrid Palmer denominó impuesto reproductivo- nos impide optar -en caso de que tengamos oportunidad- por trabajos formales de 8 horas diarias y lejos de nuestros hogares, esta imposición nos limita.
Por otro, la precariedad laboral nos ha destinado los peores empleos. Es imposible que una mujer de más de 25 años y con hijas/os acceda a un trabajo lucrativo, ni siquiera a uno en blanco, que le permita gozar de ciertos beneficios sociales como obra social y guardería para sus hijas/as. En los hogares sostenidos por nosotras se reproduce la pobreza y la opresión pues, cuando salimos a trabajar son las hijas mayores quienes muchas veces dejan la escuela para ocuparse del hogar y la crianza. El menor grado de instrucción y la inaccesibilidad a una educación sexual libre y responsable, la llevará a convertirse en una madre adolescente "Jefa" de otro hogar igualmente pobre como aquel del que vino.




 II.- Feminización de la protesta
Pero el desempleo que nos lanzó a las calles a buscar esos trabajos que nadie quiere hacer nos lanzó también a la lucha, nos encontró con compañeros y hermanas.
Las mujeres llenamos las rutas acompañadas por nuestros hijos/as, salimos a pelear por los planes y los bolsones de comida prometidos. Con machete y pala o con escoba y aguja en mano llenamos los obradores en los que organizamos las necesidades de sanear las zanjas y de comer y vestirse de nuestras familias de los barrios pobres y sin empleo formal.
Enfrentamos en Salta y en Neuquén a la gendarmería, lo seguimos haciendo ahora mismo en cada barrio cada vez que la empresa Edesur se presenta a cortarnos la luz acompañada de los gendarmes que nos intimidan y nos presionan.
Algunas veces nos hemos enfrentado al monstruo machista que enferma los corazones de nuestros padres y de nuestros maridos y los plantamos para ir a las movilizaciones para pedir justicia por los pibes que la policía mata en el barrio o al corte con el Movimiento... pero ahí vamos con nuestras hijas e hijos, no hay adónde dejarlos, nos quedamos relegadas de tareas como la de seguridad porque no se puede hacer con los hijos al lado. Otras veces nos quedamos en casa, nuestros hijos e hijas han tragado demasiado humo de neumático como para no sentir temor de llevarlos.
Así es que siempre estamos resignando algo, o vamos con los chicos y nos conformamos con el lugar de "las mujeres y los chicos atrás" (o adelante, según convenga) estando más pendiente de la chiquillada que de otra cosa, alejadas de los tareas de responsabilidad política, o nos quedamos en casa para preservarlos del frío, de las horas de viaje, de la violencia institucional... Después de milenios y aunque en la lucha, seguimos pagando el impuesto reproductivo.
Ya despertamos en la conciencia, ponemos el cuerpo cada día en la construcción de la utopía del cambio social pero nos da vergüenza discutir política, no peleamos por asumir nosotras también cargos de mayor responsabilidad, no nos animamos a politizar nuestra problemática, seguimos pensando que lo que nos pasa en la vida es así porque fue así siempre, que no hay remedio, que lo que pasa en casa es personal o en el mejor de los casos que la revolución social nos otorgará un mundo sin opresiones.
Porque el sistema no abandonará sus privilegios amablemente es que nuestra clase se une y lucha y nosotras luchamos como parte de tal. También por eso debemos empezar a romper el aislamiento que a veces hace que nos miremos con desconfianza o como rivales entre hermanas cuando somos víctima de la misma opresión. Ni el sistema dejará de oprimirnos ni los compañeros nos darán espontáneamente la solución a nuestros problemas sino empezamos por organizarnos en tanto mujeres con dificultades y necesidades concretas. Si no llevamos nuestras demandas al seno del movimiento social, si no empezamos a pensar entre nosotras cómo decidir cuántos hijos tener, cuándo tenerlos, cómo tenerlos, con quien dejarlos, cómo cuidarnos, qué hacer cuando el marido golpea, cuando el marido se emborracha y se gasta lo que es para los y las/as hijas, que hacer cuando nos violan, qué hacer cuando nos discriminan de las instancias de decisión política... Sólo entre nosotras encontraremos las respuestas, juntas derrotaremos el machismo y de la humanidad será la victoria.


Extraido: http://www.nodo50.org/mujerescreativas/osl1.htm

lunes, 12 de marzo de 2012

¿Se puede ser anarquista sin ser feminista?


"Sed pues abierta y enteramente anarquistas, y no un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de anarquista, del mismo modo que se es un cuarto, un octavo o un dieciseisavo de agente de cambio"

J.Déjacque a P.J. Proudhon


¿Machista, pero anarquista? Hemos podido leer en un artículo titula "La cadena o las bragas" firmado por el Grupo Libertario de Ivry las siguientes palabras a propósito de Proudhon: "Se puede ser anarquista y defender el peor de los machismos". Es posible, pero lo que no dicen los autores del artículo es si tal declaración es legítima. Joseph Déjacque, hace más de un siglo, era más radical cuando interpelaba así a Proudhon (admirándolo, por otra parte): "No se considere anarquista o séalo hasta el final". Me parece interesante hacer un breve viaje al siglo XIX con el fin de ver cuáles eran por entonces los vínculos entre anarquismo y feminismo. En efecto, si la misoginia de Proudhon ha constituido durante mucho tiempo un referente para la clase obrera, se olvida muy a menudo que en época se elevaron otras voces que fueron comprendidas. Joseph Déjacque o André Léo, respondiendo a las tesis inadmisibles (y no anarquistas) de Proudhon, demostraron hasta qué punto los ámbitos políticos y privados estaban indisociablemente ligados y afirmaron que no se puede uno considerar anarquista si no es feminista. Me parece importante recordar estos viejos debates de hace más de un siglo, porque si con frecuencia nos lamentamos que los anarquistas hayan sido eliminados de la historia oficial, olvidamos también decir que los anarquistas feministas forman parte de la historia del anarquismo...

Los vínculos entre feminismo y anarquismo en el siglo XIX

Si sobre la cuestión del feminismo los anarquistas del siglo XIX han estado por detrás de sus ideas revolucionarias, y si, siguiendo a Proudhon, se oyeron numerosas declaraciones antifeministas en los medios revolucionarios, anarquistas o socialistas, existe no obstante una corriente feminsta que se opone, en el seno mismo del anarquismo, a la ideología dominante. Se puede considerar que nace con Joseph Déjacqu, que se enfrenta a Proudhon en el tema de los derechos de las mujeres.

Joseph Déjacque (1821-1864) puede ser considerado discípulo de Proudhon y de Fourier. Pierre Leroux ve en él al principal representante del anarquismo en Francia. En un artículo sobre los orígenes de las teorías socialistas (1885) escribió: "Ya no es Proudhon, en efecto, el que puede representar hoy a esta secta, debido a la conclusión final (la mujer esclava de la autoridad marital) a que ha dado lugar. Hacía falta otro. El estandarte de la libertad está hoy en manos de uno de sus discípulos, de un anarquista mucho más en serio que él. Se trata de Déjacque". En una carta dirigida a Proudhon en mayo de 1857, Déjacque demuestra cómo Proudhon, al negar los derechos de las mujeres, se muestra "igual que sus amos". Déjacque plantea el reto esencial de la igualdad de lso sexos: una revolución que hace desaparecer una forma de alienación pero que deja subsistir otra forma de dominación no es tal. La familia que defiende Proudhon, basada en el orden patriarcal, "concede al patriarcado lo mismo que el gobierno representativo es para la mayoría absoluta". La esclavitud de la mujer tiene consecuencias a la vez directamente políticas (hablamos aquí del principio de autoridad absoluta) y morales: del mismo modo que ningún hombre puede ser libre sin que lo sean los demás, ningún ser masculino podrá considerarse independiente mientras mantenga a las mujeres en situación de inferioridad, porque "quien ha sido amamantado por una esclava tendrá sangre de esclavo en sus venas"- Negar los derechos y la inteligencia de la mujer es reproducir lo que hacen los burgueses y aristócratas cuando niegan los derecho y la inteligencia al proletariado. Joseph Déjacque es uno de los primeros, junto a Proudhon, en reivindicar el término anarquista (tras la revolución de 1848); de origen popular y autodidacta elaboró y publicó, él solo, Le libertaire en el exilio.

Pero no fue el único, a finales del siglo XIX, que insistió en la construcción de la igualdad entre hombres y mujeres como condición del anarquismo. En la "conquista del pan" (1892), Kropotkin insiste en la alienación producida por el trabajo doméstico, y se enfrenta explícitamente a los revolucionarios que quieren la liberación del género humano sin trabajar por los derechos de la mujer. Mencionaremos igualmente a André Léo, una de las escasas feministas [francesas] cercanas al anarquismo. Ella no sólo lucha en el terreno de las leyes, sino también en el de las mentalidades. Lejos de limitarse a exigir el sufragio universal, se opone sobre todo a los revolucionarios poco consecuentes: los revolucionarios de la calle son muchas veces reaccionario en sus hogares. Ataca, por tanto, al sistema patriarcal en "La mujer y las costumbres". En "Monarquía o libertad" escribe en respuesta a las tesis misóginas de Proudhon, donde denuncia a los llamados partidarios de la libertad que se convierten en déspotas cuando entran en sus casas, y afirma que un Estado en el que la mujer está oprimida no puede ser sino autoritario.

Este género de críticas ha sido largamente recogido en los periódicos de la época, especialmente en los de Jean Grave. La Revolté, por ejemplo, reproduce el 17 de febrero de 1889 una carta de un lector que se indigna porque "los peores revolucionarios [ciertos revolucionarios] son soberanos no sólo en el hogar y a la mesa, sino también en la cama, donde transforman a sus mujeres en prostitutas": En Le Trimard, en 1896, el escritor anarquista Mécislas Golberg denuncia el hecho de que la mujer haya sido situada en el rango de la propiedad, e invoca a los revolucionarios: "Nosotros, seres sociales y antifamiliares, debemos ante todo hacer a la mujer consciente de su fuerza social". Golberg va más allá al esbozar una visión radicalmente distinta de la sexualidad. A diferencia de otros colectivos poco inclinados a abordar los problemas de la vida sexual, los anarquistas consideran a menudo la liberación sexual como parte de la emancipación integral del individuo. En sus "Cartas a Alexis (historia sentimental de un pensamiento)" podemos leer, en el capítulo titulado "Del amor", lo siguiente: "El amor es el sentimiento que una voluntad extraña nos da de nuestra propia voluntad. A menudo se produce entre personas de sexo distinto, otras veces entre gentes del mismo sexo. Eso importa poco en el fondo [...] yo creo que hombre y hombre, o mujer y mujer pueden también formar una unidad. Es ridículo creer que toda división de la materia viva establece contradicciones".

Vemos, pues, que incluso en el siglo XIX, hay suficientes anarquistas conscientes del vínculo entre política y sexualidad, que han comprendido la necesidad de un feminismo anarquista, para poder dispensar de esta tema a Proudhon.

Caroline Granier

(Le monde libertaire)

Extraído y copiado de la versión impresa de Tierra y Libertad, marzo 2004.

http://www.nodo50.org/mujerescreativas/LIBERTAR.htm

jueves, 8 de marzo de 2012

Carta abierta a las mujeres del pueblo de Chile a la conmemoración a los 101 años del Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

A las mujeres de nuestro pueblo: mujeres de las poblaciones, campesinas, trabajadoras, a las que luchan por sobrevivir, las que desangran por un aborto clandestino, los abusadas por estar en las cárceles, las que luchan a diario por su maternidad y una vida digna, las que sufren la explotación sexual, las humilladas por su orientación sexual, las agredidas por la violencia machista y las que responden y se emancipan, a las que luchan...

Son siglos de resistencia donde se ha avanzado en la organización de las mujeres frente a la explotación capitalista y patriarcal. El 8 de marzo esta marcado a través de la historia por las luchas sociales y políticas de las mujeres de nuestra clase, desde la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas donde se establece el Día Internacional de la Mujer Trabajadora como método de lucha por la causa de la mujer. Pero también marcado como conmemoración por el sufrimiento de miles de mujeres que fueron quemadas por estar en huelga, golpeadas por exigir sus derechos o morir por estar amotinadas.

Sin embargo podemos observar como la concertación, la derecha, el bloque en el poder y los distintos medios de comunicación masiva han transformado esta conmemoración de la lucha en una celebración del rol que se les ha adjudicado históricamente a las mujeres expresando lo femenino como algo natural, inherente e irrevocable, puesto a que estas son consideradas como el sustento del hogar donde deben ser las responsables de la familia patriarcal, ser buenas mujeres, buenas madresposas, buenas trabajadoras.

Hoy, aún se repiten los abusos, la explotación y la violencia tanto explícita como simbólica hacia nosotras por un sistema patriarcal que, más que una expresión del régimen de dominación en la familia, es una institución para controlar la reproducción, la vida y la fuerza de trabajo. Afianzando la supremacía y poder de un genero sobre otro y condicionando el comportamiento social y sexual de las mujeres. Las cuales conviven cotidianamente con las diferentes instituciones de las sociedades patriarcales, una educación andrócentrista y que no responde a las verdaderas necesidades e intereses de estas, y la que reproduce inagotablemente una historia que nos ha sido robada. En Chile muchas mujeres viven el miedo y el silencio de la violencia cotidiana, como un asunto meramente privado, con complicidad del estado, religiones y el sistema capitalista-patriarcal. El mismo que no permite su participación política, donde restringe y coapta para sus intereses.

El día de hoy, nosotras las mujeres de nuestra clase popular debemos pensar, organizar, actuar y luchar por nuestra liberación del patriarcado y el capitalismo neoliberal, empoderarnos desde nuestros cuerpo al control de nuestras vidas, del empoderamiento de hombres y mujeres al poder popular de nuestra clase, de la lucha cotidiana a la revolución social.

La Agrupación Punto G, nuestra organización política social de género con proyecto libertario, de hombres y mujeres libres, saluda a todas las mujeres de nuestro pueblo y de todo el mundo en el día internacional de las mujeres trabajadoras y luchadoras.

A 104 años del día que fueron calcinadas 146 mujeres trabajadoras de la fábrica textil Cotton de Nueva York luchando por sus reivindicaciones laborales y a 101 años de haberse decretado el 8 de marzo como el día internacional de la mujer, la desigualdad y la inequidad se mantienen.

No hay nada que celebrar, pero mucho que luchar.

Si el género nos une, la Clase nos divide

Arriba las y los que luchan

Agrupación Punto G.

lunes, 5 de marzo de 2012

LAS MUJERES, EL AMOR Y LA FAMILIA EN LA SOCIEDAD ANARQUISTA

(2ª parte)(extraído de «Cartas a una mujer» de LUIGGI FABBRI )

Las mujeres, el amor y la familia en la Sociedad Anarquista
(2ª parte)
(extraído de “Cartas a una mujer” de Luiggi Fabbri)

«Y el amor, éste sublime sentimiento que es la última expresión perfeccionada del instinto de conservación de la especie, será libre también. El amor libre que tanto espanta a los santurrones que del amor no han gustado mas que la innoble degeneración del fruto prohibido, no es al fin de cuentas sino la afirmación y la consecuencia de la libertad de la mujer. Roto el cerco de la tiranía religiosa, el amor será lo que quieran los que se amen. El amor es un sentimiento demasiado íntimo y demasiado fuerte para que pueda ser esclavo. Si hoy lo han amarrado con mil cadenas, no han hecho otra cosa que provocar por su parte explosiones y rebeliones terribles e inmoralidades mil veces mas numerosas y tremendas que aquellas madres católicas y burguesas temen para sus hijos con el triunfo del amor libre. Este sentimiento, nobilísimo, jamás es esclavo , bueno por naturaleza, si se le encadena se hace malo, y entonces se llama adulterio, prostitución, etc. (éste etcétera sustituye todo lo que en los libros de patología sexual se llama enfermedades y degeneraciones de los sentidos); o tiene el coraje de la rebelión y vuelve a ser libre; o de lo contrario muere.

Hay quién tiene miedo del abuso de la libertad; pero piensa tú que todas las tiranías han surgido por temor al abuso de la libertad y han hecho después mucho mas mal que el peor de los abusos, y recuerda que para remediar y curar las heridas de la libertad hay una sola medicina: la misma libertad. Por lo demás, ¿quién no sabe que el mayor incentivo al abuso de un placer es el de saberlo limitado o prohibido y que donde un dado goce es permitido menos deseo provoca?

En la sociedad anarquista, donde nadie ejercerá funciones de cura ni de juez, donde no existirá la preocupación económica del pan a conquistar contra la abundancia ajena, para sí, para la mujer y los hijos; los jóvenes que se quieran se unirán y se casarán…sin juez y sin cura. ¿La inmoralidad está acaso en la falta de un código o de una estola blanca y amarilla? Si aquellos se quieren siempre, permanecerán siempre unidos. Si llega el día en que su afecto cesa, se separarán; y si cesa en uno antes que en el otro, éste sabrá respetar la voluntad del primero y su misma dignidad, a mas del respeto por la libertad del otro, le impedirán imponerle un afecto que no siente. Me dirás que habrá quienes se separarán a cada momento. ¿Y que querrías hacerle? Si ésto es un mal y tu crees que aporte infelicidad, ¡peor para ellos! Aprenderán los otros a comportarse de modo distinto. ¿Habrá algunos hombres que cambiarán de mujer con frecuencia? Yo no lo creo, porque pienso que la raza humana marcha hacia una siempre creciente duración de los afectos. Pero si así fuera, las mujeres aprenderán a no enamorarse de éstos, o sino, éstos se entenderán con aquellas mujeres que gusten cambiar de marido a cada estación.

Esto será un mal desde tu punto de vista, y también lo es desde el mío, un mal que sin embargo, no creo probable en la medida temida por los moralistas actuales. Pero aún cuando lo fuera, mejor serás que las cosas ocurran de ese modo, ya que ese mal lo hará el que quiera, y lo elegirá voluntariamente, mientras que hoy un mal infinitamente mayor es impuesto también a quién no lo desea, aún a quién lo detesta, por prejuicios estúpidos, po necesidades feroces, por instituciones violentas. Si en la sociedad anarquista una mujer podrá a su elección cambiar de amante todos los meses; hoy, millares y millones de mujeres están obligadas, a su pesar, por causas independientes de su voluntad; a sufrir un amante (¡oh, ironía de la palabra!…) muchas veces en un solo día. Este es el mar del amor esclavo. El del amor libre: el que escoge.

Por lo demás, los inconvenientes que puedas objetarme yo no los niego. La sociedad anarquista, ya te lo he dicho; no será la absoluta perfección. La cuestión está en saber si después habrá menos inconvenientes que hoy, y esta es cosa indiscutible que tu misma no puedes negar. En el amor, ya que hablamos de ésto, se suprimirá el mas grave, el mas nocivo, el mas inmoral inconveniente: la violencia, con sus naturales efectos, la mentira y el engaño. ¿Te parece poco?

Como ves, en el amor, aún admitidas las peores hipótesis, la moral libertaria es siempre preferible a la moral autoritaria. Pero tales hipótesis son muy improbables, y la prueba la puedes encontrar en ti misma. ¿Acaso porque no hubiera un mecanismo religioso o político que te ligara al hombre amado, le serías tú menos fiel? ¡No, ciertamente! Y entonces, ¿por que quieres creer que los otros se conducirán de distinta manera, puesto que tú no eres una excepción en la humanidad, sino que representas el término medio general? Y la generalidad de las mujeres ( y también de los hombres ) hará como tú. Libres, sin ser forzados por necesidades económicas a darse a quién no aman, los hombres y las mujeres del porvenir podrán escogerse mejor, y entonces las uniones serán mas duraderas que hoy y mas afectuosas, por mas voluntarias, con un afecto mucho mas vivo por el perenne deseo que cada uno tendrá de no disgustar al otro, que de otra manera podría abandonarlo.

Así la familia nueva, absolutamente distinta de la actual por el origen y por el fin, será la molécula libre, formada de átomos libremente agregados, de todo el organismo de inteligencia y amor que moverá al mundo.


viernes, 2 de marzo de 2012

El neomachismo en "tiempos de cólera"

Prof. Sonia Montecinos, Vicerrectora de extensión y comunicaciones de la Universidad de Chile, Directora del Centro Interdisciplinario de Estudios de Género de FACSO.

Dudé si titular esta columna “Aún tenemos patria (matria) ciudadanas”, pero decidí no hacerlo para motivar a una reflexión sobre las agitadas aguas que vivimos las mujeres en estos periodos de transformación social -que avizoramos y experimentamos- y de los cuales aún no hay interpretaciones que, al menos en mi caso, satisfagan la comprensión de la multiplicidad de elementos que en ellos eclosionan.

Nadie podría dudar que asistimos en Chile, como en otras partes del mundo, a lo que he llamado un “crujido”, a una suerte de agrietamiento en las estructuras, o en el “sistema” como se denomina eufemísticamente al modelo social de mercado que predomina y moldea el devenir mundial.

Desde una perspectiva de género no deja de ser relevante el comprobar que el neomachismo, en tanto postura y actitud que considera políticamente correcta la igualdad entre hombres y mujeres, pero que en la práctica no permite que ello suceda, se aprecia de manera nítida cuando vemos la realidad estadística y la cultural.

Las cifras de las desigualdades en el acceso al empleo, las brechas de sueldos, la escasa representación política de las mujeres, las diferencias al interior de éstas a la hora de escudriñar dónde están situadas las más pobres, las que pertenecen al mundo indígena, las migrantes, las adultas mayores, entre otras.

El panorama de los números es desolador, pero es aún más el que se relaciona con los mecanismos profundos que hacen que las transformaciones y luchas en pro de la igualdad entre hombres y mujeres no advenga con facilidad.

La historia demuestra que una vez conquistados ciertos derechos, las mujeres debemos seguir bregando por la aparición de nuevas inequidades, y ello tiene una causa no muy difícil de encontrar: se trata del hecho que los cambios en las estructuras simbólicas y psíquicas que constituyen la cultura, no mutan tan rápido como sí lo hacen las económicas y políticas.

Hemos insistido en demostrar que es, precisamente, en ese poderoso nivel en el cual se van construyendo los estereotipos, los modelos, las formas de socialización, las valoraciones y desvalorizaciones que impregnan la vida personal y social.

Las definiciones, significados y sentidos valóricos que construyen las relaciones de género son un núcleo potente desde el cual las sociedades van erigiendo los lugares, posiciones y condiciones de hombres y mujeres, y al mismo tiempo las vinculan con sistemas mayores de prestigio y poder.

Cuando un alcalde se refiere a la dirigente estudiantil Camila Vallejo como una “endemoniada”, cuando el propio presidente se permite hacer chistes sexistas y un columnista dominical de El Mercurio advierte sobre el peligro de P.M (el partido de las mujeres), alertando a los hombres, podemos darnos cuenta que estamos ya no frente a una escondida (“encapuchada”)fórmula del neomachismo, sino ante el rostro descubierto de una reacción conservadora –semi atávica- que devela los mecanismos culturales a los que nos referimos antes.

Ya lo dijo Freud, el inconsciente no tiene sentido del humor, y cuando las bromas se movilizan desde el ámbito de lo íntimo al político, las estructuras simbólicas emergen con toda su fuerza.

En el caso del “humor” presidencial al comparar políticos y mujeres, a lo que apunta es a la idea decimonónica y machista que una mujer que dice “sí” es una “puta”, no una “dama”, con todas las connotaciones que esa diferencia implica, y con toda la negatividad que supone la asertividad en una mujer.

Escuché en una mesa de almuerzo a dos connotados cientistas sociales repetir el chiste y reír a mandíbula batiente e imagino que lo mismo habrá ocurrido en otros segmentos profesionales.

No es que el humor no sea sano, sino que hay ciertos tipos cuya función es perpetuar estereotipos y discriminaciones.

Sigamos con Freud, lo que nos provoca risa es algo que nos angustia, que no podemos controlar sino exorcizando sus contenidos a través de la carcajada hilarante que nos permite su liberación. ¿Qué angustia es esta, masculinamente transversal?

La respuesta se puede convertir en otro chiste: la creciente presencia de las mujeres en el ámbito del conocimiento, de lo público, de la política, del arte y sus logros respecto a los derechos femeninos provocan una amenaza al orden de género, a los espacios tradicionales, y a las formas establecidas de vincularse hombres y mujeres.

De allí justamente es desde donde nace el neomachismo: de esa constatación que la humanidad avanza sin vacilaciones hacia el respeto a los derechos humanos y dentro de ellos a los de las mujeres.

Esa realidad no puede ser desmentida porque es producto de una historia colectiva de luchas y no del capricho individual, ni de la búsqueda de ganancias personales; no se puede estar contra ello a pesar que los antiguos resortes, sobre todo cuando no hay una elaboración intelectual sobre estas luchas, pugnan por negarla, reprimirla, ironizarla, invisibilizarla.

Sin duda que una joven como Vallejo puede ser construida en el imaginario como una endemoniada, en la medida que su carisma logra movilizar a muchas personas y por cierto, evoca –aunque de otro modo- el de Bachelet, convirtiéndose en la escena del espectáculo (que reina en nuestra cultura) en blanco de sentimientos, emociones diversas en la medida en que su ser mujer (su cuerpo) es lo que “aparece” como el primer reflejo.

Escuchamos con frecuencia este año en pasillos y reuniones decir a los hombres, jóvenes y viejos, sobre la dirigenta: “aunque sea comunista, es “rica”; “me rindo ante sus ojos”.

La belleza de la joven mujer “conmueve” y es lo que prima en el escenario de los medios, despertando simpatías, a veces adoración y en otros casos aversión: la belleza, ya sabemos puede llegar a ser monstruosa por lo insoportable.

El alcalde de marras moduló lo que muchos tenían en el inconsciente, el “embrujo” de la belleza se relaciona con el demonio. No debe extrañarnos que el mito de La Quintrala posea tanto arraigo en Chile: desde tiempos antiguos, libros, novelas, telenovelas y series se van sucediendo para mostrar una mujer con poder, linda y relacionada con el “mal” que oprime a quienes se rinden ante sus malas artes y hermosura.

Por cierto nadie destaca la inteligencia, los conocimientos y la asertividad de la Quintrala (ni de la joven Vallejo, que es vista como una ventrílocua del PC, alguien sin identidad propia y se discuta si su liderazgo proviene de algo más que de su belleza), no son esos atributos de importancia para las mujeres valoradas o tomadas en consideración solo en tanto prisioneras de un cuerpo canónicamente bello y único lugar desde donde se piensa emana su influencia.

Este “dispositivo” mental chileno ha queda este tiempo al desnudo, casi caricaturesca y perversamente desnudo; pero más allá de eso lo que nos mueve a reflexión es el hecho de cómo es posible encarar los profundos y ciegos mecanismos del sexismo tanto desde la perspectiva de las mujeres como de los hombres.

En el primer caso, echamos de menos en los liderazgos femeninos actuales una real conciencia de género, en el sentido de conocer la historia de la discriminación en sus más penetrantes consecuencias y en el riesgo que el cuerpo-mujer sea secuestrado por los modelos convencionales y aceptados por el mercado (que tiene su correlato en la política) que todo lo aprovecha y deshecha.

Sin esa conciencia y sin un horizonte claro en relación a la lucha por cambiar las desigualdades básicas entre hombres y mujeres, es muy fácil caer en la trampa de la “eficacia simbólica” del sistema. No basta por ello con ser mujer para tener esa conciencia de género.

Por otro lado, es necesario que los hombres conozcan las luchas que las mujeres hemos dado por construirnos en dignidad e igualdad, que se produzca una aceptación real de que tenemos que inventar una vida social equilibrada, inclusiva de las diferencias y que las brechas que existen no son inventos del “feminismo”, sino crudas realidades que, junto a otras, tendemos a “naturalizar”.

Llama también la atención que en la mayoría de las reivindicaciones que hemos escuchado este año, no se escucha la necesidad de una educación no sexista; sin duda que la lucha de los movimientos indígenas lograron –peleando, por cierto- que, al menos la palabra interculturalidad se pronunciara.

El trabajo del modelo ha sido muy bueno en cuanto a retroceder en materias que son amenazas a lo que podemos llamar un “liberalismo a la chilena”, que le interesa ser liberal en lo económico, pero no en lo cultural. Una de esas amenazas la constituyen los avances en términos de género.

Cuando pensé en el título “aún tenemos patria (matria) ciudadanas” fue cuando escuché que la ministra del Sernam acusó recibo del sexismo del presidente.Consuela saber que, al menos, en una autoridad femenina hubo una respuesta sensata y moderna ante los burdos comentarios del mandatario.

Sin duda las ciudadanías femeninas están tensionadas y vulneradas, así como otras, y que vivimos un momento de vuelta atrás de ciertos logros, pero ello no significa que no exista la instalación de una conciencia de que “el machismo mata”.

En tiempos de “cólera” salen los sentimientos guardados y reprimidos de todos(as), de quienes reproducen el conservadurismo y de quienes intentan transformar los viejos estilos.

Cada vez con mayor nitidez se observa que los liderazgos femeninos son complejos y provocan diversos miedos en todos los espectros de las tendencias políticas.

El neomachismo es una actitud y un modo de pensar ambiguo, es un juego de apariencias y doble estándar, pero hoy está “calato” como el rey, y reclama a la cofradía masculina para protegerse, como dice el columnista mercurial, del “partido de las mujeres” (el desacato de la ministra por cierto hace temer al establishment, pues hizo una crítica a su “jefe” que todos(as) sabemos justa).

Pero, ojo, el neomachismo no es sólo privativo de los hombres. Hemos dicho, sin cansarnos, que es preciso un cambio profundo que compete a ambos géneros y el primer paso es comprender que la cultura (una parte fundamental de ella es el lenguaje, con el que se cuentan chistes, se escribe y se habla) es clave a la hora de analizar el porqué de las desigualdades, es allí donde se tejen las imágenes sexistas, la violencia simbólica y las desvalorizaciones.

La expresión de esto se encuentra en los números –que tanto gustan a todos los sectores- que ponen de manifiesto nada más que lo que la cultura dibuja y graba a fuego: las posiciones y condiciones desiguales de hombres y mujeres en la vida social.

Prof. Sonia Montecinos

Viernes 3 de febrero de 2012


Extraido: http://www.facso.uchile.cl/?_nfpb=true&_pageLabel=notFacso&url=79249