La inserción de la mujer en el mercado laboral lejos de ser un acto de liberación, estuvo condicionada por las necesidades del sistema de explotación patronal. Precarización y salarios bajos fueron algunas de sus consecuencias.
Actualmente, la gran precariedad del empleo unido al desempleo y los bajos salarios produce que se promueva que la mujer compatibilice simultáneamente las “obligaciones” que la sociedad machista le impone (como la maternidad y el trabajo doméstico) con el trabajo remunerado. En el marco de un sistema donde el trabajo se pone a funcionar para los intereses de la patronal y el machismo es sostenido en su beneficio -produciendo que a la mujer se le pague menos por igual tarea-, se nos cierran las puertas a trabajos por considerárselos “masculinos”, y se nos condena a una doble jornada laboral -en el trabajo y en la casa-. A esto no escapa que se nos impone como una opción de vida la prostitución, es decir, la violación institucionalizada sólo por el hecho de ser mujeres y por tanto objetos sexuales aceptados y promovidos socialmente. Observando estos hechos, vemos que la mujer no trabaja en pie de igualdad con el hombre, y es doblemente afectada por la explotación patriarcal-capitalista.
Tradicionalmente, la participación laboral femenina tenía lugar sólo hasta el momento del casamiento y luego se abandonaba definitivamente el trabajo extra doméstico como consecuencia del cambio de status familiar. A finales de la década de los sesenta, comienza a resultar compatible la maternidad y el trabajo extra doméstico, con una segunda incorporación al mercado de trabajo una vez concluido el periodo educativo de los hijos. En los años ´70, el desarrollo del sistema capitalista y sus programas de industrialización que apelaron a la contratación de mano de obra femenina (intentando amortiguar la crisis con bajos salarios a los que las mujeres accedieron para suplir la ausencia o baja de ingresos familiares así como para enfrentar el aumento de los precios), produjeron una transformación en la división sexual del trabajo: ser sometidas en el interior del hogar, obligadas a cumplir con el papel de reproductoras y encargadas del trabajo doméstico para el cuidado del obrero varón y sufrir directamente la explotación patronal de un sistema que se beneficia con el machismo. Teniendo que soportar ser empleada en puestos poco calificados, con salarios bajos, sin estabilidad y poco sindicalizada.
Hoy la mayor parte de las mujeres está empleada en un reducido número de ocupaciones y sectores (por ejemplo, realizando trabajos administrativos o en la enseñanza en las etapas de educación infantil y primaria) lo que se puede definir como “segregación ocupacional”. Además de que suele ocupar posiciones subalternas en la jerarquía laboral, en tanto que quienes acceden a puestos directivos son mayoritariamente hombres (“segregación vertical”). Como resultado de estos y otros fenómenos las mujeres perciben, por término medio, salarios inferiores a los de los hombres.
Las dificultades de inserción de las mujeres debido a la segmentación ocupacional del mercado de trabajo que limita la gama de ocupaciones a las que pueden optar, la percepción de la patronal de que el trabajo femenino tiene mayores interrupciones a causa del embarazo y la crianza, así como la propagación intencionada de la idea de que el aporte de las mujeres no es central en los ingresos familiares, hace que gran parte de la mano de obra femenina se ocupe en los sectores no formales y de baja productividad, resultando afectadas no sólo por las acciones dirigidas específicamente contra las trabajadoras, sino también por las que corresponden a los sectores precarizados en los que se inserta.
link de HIJOS DEL PUEBLO
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